En el almuerzo familiar del fin de semana, Carlos lo contó. Con muy pocas palabras y sin emoción. La verdad, es que no hizo nada para convencer de su idea a los demás.
Mi tío Luis, lo escuchó con interés, pero también con cierto grado de incredulidad. Hasta le preguntó con un tono de ironía paternal…
“¿Cuándo la tienes que tener lista?” A lo que Carlos respondió: “En una semana”.
Nos sonreímos y nos vimos unos a los otros. –No hizo falta decir nada–.
El silencio y los ojos en mueca hablaron por nosotros y dejaron muy claro. Nuestra fundamentada duda.
A lo que tu hermanita dijo, bastante perdida como siempre… “Los domingos son días muy divertidos”
Todos le ofrecimos nuestra ayuda al primo. El deseo familiar de que completara su proyecto era evidente.
Y sin respuesta alguna de su parte, nos levantamos y continuamos las rutinas domingueras.