Momentos de tensión y emoción en el Farallón

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Los momentos de tensión y emoción en el Farallón Centinela mientras lo explorábamos bajo el mar aumentaban, se contraponían y sin dudas, influían en la fluidez de nuestras acciones como respuestas a nuestras emociones. 

No fue un recorrido lineal con un mismo nivel de preocupación o de satisfacción. Las corrientes al igual que la vida misma, varían constantemente. Bucear el Farallón Centinela (sin la posibilidad de usar mis piernas para luchar contra las adversidades pero con la gran fortuna de estar ahí abajo acompañado de excepcionales buzos) fue una experiencia que combinó obstaculos, incertidumbre, confianza, gozo y sobre todo una gran convicción de que – al integrar – nuestras intenciones y nuestras habilidades, podríamos concluir ese remoto recorrido. Generando las condiciones ideales para  comprender nuevas herramientas personales, que nos orienten a mejorar nuestras propias realidades y a las de muchos otros.

¿Cómo avanzar a buen ritmo cuando lo que nos rodea parece detenernos?

 

 

 

Las primeras luchas entre mis ganas y la corriente

Los momentos de tensión y emoción en el Farallón producidos por el  complicado descenso de la lancha al agua ya habían disminuido, así como la adrenalina que me acogió al comenzar a profundizar para – bucear en esa roca en el medio del mar – Aún cuando estábamos rodeados de muy fuertes corrientes, todo parecía estar más calmado a veintitantos metros de profundidad, inclusive abundaban los instantes para admirar la majestuosa fauna marina que nos arropaba.

Sin duda alguna, un pequeño cardumen de unos 4 o 5 enormes Medregales (calculo de poco más de un metro de longitud) que nos acompañaron por bastantes minutos, me asombró mucho, animándome a calmar mis nervios y transformándolos en un avanzar pausado y más calmado.

Con el pasar de los días, puedo entender que esos Medregales fueron una gran fuente de inspiración para encender mis herramientas personales que me ayudarían a estabilizar la ansiedad por lo nuevo, por lo desconocido, inclusive por lo un tanto arriesgado de nuestro objetivo. Esos peces se acercaron mucho, realmente mucho. Particularmente a en mi caso, hubo uno que nado a escasos centímetros de mí, sin lucir perturbado.

Nunca había estado tanto tiempo y tan cerca de un pez en su hábitat natural. 

Sin embargo, como todo en la vida…

Las condiciones iban a cambiar.

Todavía con los Medregales a nuestro lado, comenzamos a sentir por primera vez en esta inmersión, la presión y la tensión de esa legendaria corriente que a todos les llama la atención.

Mis brazos se esforzaban bastante más por avanzar. A mi mente vinieron las horas de planificación y las practicas bajo el agua para controlar mi brazada, lo que ayudaría a administrar mis energías.

Era absolutamente imperante que el aire de nuestros tanques alcanzara para poder #RecorrerElFarallón en su totalidad o al menos, en casi toda su longitud para así no salir a la superficie en cualquier lugar y generar posibles perdidas visuales, entre nosotros (los que estábamos bajo el agua) y nuestra lancha de apoyo timoneada por Santino y Begoña.

En segundos, hice pruebas con el ritmo, con la fuerza de la brazada, poniendo especial atención en mi flotabilidad. Sabía que no debía luchar con ella, que debía desplazarme con la misma paz y el mismo paso firme que minutos antes me habían inspirado desde muy cerca esos inolvidables Medregales.

Sin duda, me sentía muy animado. La inspiración que me había llevado hasta ahí era suficiente para que mi motivación y la convicción de todo el equipo (tanto los que estábamos bajo el agua como los que estaban en superficie) trabajando juntos para realizar una inmersión inédita en el país. Con la firme intención de demostrarnos a nosotros mismos y a todos los que podamos…

Las ilimitadas posibilidades que pueden existir cuando equipos de trabajo integran sus habilidades

 

 

El rescate

Mi concentración en el avanzar era tal que comencé a descuidar mi estabilidad y mi profundidad. Problemas visuales me impidieron ver con claridad mi profundimetro, así alcancé con mucha rapidez unos inconvenientes 40 metros de profundidad. Pronto fuí alertado por Humberto quien con gran destreza y decisión alcanzó mi equipo, colocando más aire en mi chaleco, lo que permitió que me estabilizara unos cuantos metros más arriba.

La fuerza de la corriente se podía ver y sentir en todo lo que nos rodeaba deformando algas, acostando nuestras burbujas o arrojando hacia nuestros visores incontables microorganismos.

Estos tensos minutos con la corriente en contra parecían llegar a un punto manejable donde el avanzar era pausado pero constante.

Aunque no tenía la certeza, podía sentir e intuir que la proporción de esfuerzo y de energías que disponía para luchar contra la corriente era la suficiente para avanzar y no gastar desaforadamente mi aire. Sin embargo, nuevamente tuve que entender dramáticamente que las condiciones se mantendrían en constante cambio, como la vida misma. Lo que me recuerda lo doloroso que es…

Aferrarse a lo antes controlado, cuando ya todo ha cambiado

 

Mientras comenzaba una lucha para evitar que mi cadera ascendiera, me disponía a vaciar de aire mi chaleco a través de todos los dispositivos que podía usar para tal fin, de esta manera disminuir mi flotabilidad positiva y poder mantenerme a una misma profundidad. Mientras esto sucedía, nuestro paso alertó a una raya que reposaba en el fondo arenoso mimetizada con su entorno, lo que activó la pasión de Julio y de Gerardo por captar con sus lentes ese privilegiado instante.

En mi mente, se repetía lo que usualmente sucedía hacia el final de mis inmersiones cuando se empieza a vaciar de aire mi tanque, aumentando drásticamente mi flotabilidad positiva. Por supuesto, esta situación exigía mas esfuerzo físico de mi parte lo que irremediablemente repercutiría en mi consumo de aire.

A los pocos minutos, Humberto acudió a mi rescate. No era producto de mi acentuada flotabilidad positiva en mis miembros inferiores,  la situación en esta ocasión era más delicada. Estaba siendo arrastrado hacia la superficie por una corriente ascendente. Esa lucha no terminaría positivamente, o bien consumiría demasiado aire o lo que sería aún peor, saldría a la superficie en un lugar nada seguro. Humberto me tomó desde mi chaleco y con mucho vigor me llevó fuera de esas fuerza ascendentes permitiendo que mi avanzar volviese a ser el conveniente.

Dentro de mí pensaba, mientras el me arrastraba. Lo sucedido golpeaba mi ego aunque me resaltaba claramente que aunque yo no pudiese encarar todos los niveles de corriente con mis brazos, podía estar realmente feliz, afortunado y agradecido de haber colaborado a motivar un equipo de titanes de la vida, llenos de pasión por ir más allá… De donde estábamos seguros que podíamos llegar.

Por supuesto, al continuar y avanzar llegaría el momento de salir a la superficie… Descomunal sorpresa me iba a llevar…

 

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Arturo

    Extraordinaria experiencia! contento de poderla contemplar a través de tus elocuentes palabras y preciosas fotografîas. Un fuerte abrazo!

    1. gsmetas

      Siempre conectados Arturo. Uniendo intenciones positivas para muchos.

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