Maradona, tres enseñanzas que nos deja su vida…

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La osadía de escribir sobre este inolvidable personaje para una persona carente de las credenciales mínimas que certifiquen su destreza en el tema, puede resultar realmente intimidante, al punto que castre los ánimos necesarios y cierre una nueva oportunidad de reflexión sobre aspectos que la vida de Diego Armando Maradona pueda proporcionar a cualquiera de nosotros.

3 puntos por aclarar:

  • Las enseñanzas que ofrezca la existencia de Maradona son válidas para todos, no se requiere ser ídolo, atleta o futbolista; basta con respirar y estar por acá sobre esto que llamamos La Tierra.
  • Estas líneas no pretenden ser más certeras que el análisis que pueda realizar cualquiera, es decir, tienen una aproximación desprovista de todo prefijo que le añada más significado de lo que son, una opinión personal.
  • El orden o la existencia de cada una de estas tres enseñanzas no refieren a su nivel de importancia, ni siquiera su relevancia sobre otros que aquí no se reflejan, son simplemente los que aquí…están.

1. Reconocimiento, no es sinónimo de éxito

Méritos para quererlo no faltaron, aunque muchos piensen que sean tantos como para rechazarlo. En todo caso, su maestría (nunca antes conocida, según la opinión de multitudes) lo catapultaron con –sobrada justicia– directamente a la vista del mundo entero, situación que creció sin parar, inclusive hasta después que dejó de respirar.

Mientras la admiración, la idolatría, la locura y el rechazo crecían, millones de almas buscaban –y buscan– reconocimiento para continuar con sus esfuerzos, con sus objetivos y los de mayor bienestar, con sus sueños.

El lastre

El peso que nuestra sociedad le otorga a la aprobación –por los demás– de los resultados parciales o totales producto del empeño invertido –de cada quien– es un espinoso yunque que se apoya inconscientemente (la mayoría de los casos) sobre la espalda de todos, en algún momento.

Por supuesto, del mismo modo, esa carga lastra de sufrimiento al individuo cuando actúa como resultante de la reprobación.

En ambos escenarios, los resultados no son alentadores para el éxito.

La mano de Dios

Diego, evidentemente fue una persona como ninguna que alcanzó (para incontables almas) niveles sobrenaturales, solo otorgados a Dioses y Superhéroes, logrando que muchos de sus fieles (quienes lo proyectan a otra dimensión) se permitan festejar con admiración, su gol anotado con una de las pocas partes del cuerpo humano que el balompié mundial lo prohíbe, la mano.

Tanto que más tarde fue bautizado de una manera bastante ofensiva para cualquier deidad conocida… La Mano de Dios.

Si su maestría con el balón fue su mayor reconocimiento, suerte similar no la corrió gran parte de su existencia. Difícilmente (aún para los más adeptos) se le podría considerar como una vida de éxito. 

2. El reconocimiento no es una garantía

La orina de Diego llevó los controles como los que cualquier otro. Su supremacía en el fútbol no le fue suficiente para ser indultado por su falta al reglamento. Tampoco el apasionado apoyo de incontables fans alrededor de todo el planeta lo detuvo de ejecutar las acciones que paulatinamente fueron sepultando su carrera como estrella del deporte.

Deformación de realidad

La aprobación de algo o de alguien puede alcanzar (en muchas ocasiones) niveles siderales obteniendo el poder para definir lo que multitudes llegan a considerar como verdades, aún cuando sus significados sean antagónicos a los reales.

Porque en la escuela todos reconozcan a Pedro como el mejor corredor y el más popular, no garantiza que sea buen muchacho o gran cocinero, ni siquiera que se le pueda catalogar como una persona respetuosa. La verdad, es que más comúnmente de lo que se piensa, esas interpretaciones se dan tácitamente, se difunden y se multiplican sin filtro alguno, fortaleciéndose tanto que logran convertirse en pseudo verdades. Deformando así, las auténticas realidades.

Maradona seguramente no fue un buen ejemplo de persona, mucho menos un Dios; solo fue un ser humano con un talento inigualable que marcó goles inolvidables y erró con faltas dramáticamente lamentables.

Parte de la misma especie

Los individuos somos así, logramos ser buenos en algo, en menos casos nos aproximamos a la excelencia y en muy contadas oportunidades a la genialidad; pero nunca nos despojamos de nuestra esencia humana, seguimos respirando y necesitando el agua para hidratarnos.

La condición natural de cualquier persona incluye por siempre, la posibilidad bien cierta de fallar, de equivocarse e inclusive de autoflagelarse. Sin embargo, ese lastimar nunca se circunscribe únicamente al individuo, en toda ocasión abarca a otros, y en algunos casos como el de Maradona, su impacto se extiende a multitudes por tiempos y tiempos.

Con su reconocimiento mundial era natural pensar que lograría superarse una y otra vez, por lo menos que lo intentaría, y siendo Diego, seguramente lo alcanzaría. Pero la realidad fue que, su desenvolvimiento demostró lo mucho que se equivocó y todo lo hundió de sí…en sus propios errores.

3. La abundancia de reconocimiento puede lastimar

El Pelusa recibió posiblemente bastante más de lo que pensó que podía dar. Su vida, su pasión, su innegable talento fue lo que le permitió desarrollar su maestría pero también ser el foco central de los sueños, de los anhelos y de las presiones de un mundo queriendo más y más.

La humanidad no se conformó con disfrutar momentos inolvidables y jugadas memorables.

Haber estado en los pantalones de ese humilde hombre no pudo ser nada fácil, más aún luego de cada logro y del teológico apoyo de las multitudes.

Un anhelo con riesgos

El reconocimiento a los esfuerzos, es uno de los deseos que casi todo luchador o luchadora que persiste por lo que quiere, sueña. Esta condecoración intrínseca de la vida no se restringe únicamente a lo merecido.

El apoyo de masas es una sustancia inflamable y sumamente maleable en función de los objetivos de las mentes hábiles que la moldea y la aprovecha.

La realidad es que el reconocimiento que recibió Diego fue posiblemente uno de los motores que lo ahogó en su mayor desafío, darle continuidad y valor a su propia vida.

En ello, sus palabras de reflexión, de calma y de gran sabiduría (esa que solo otorga a partir de los grandes golpes de la vida) manifiestan todo lo grande que hubiera sido si…

  • Las drogas no hubieran conseguido el control de su vida. Si..
  • Las presiones que recibió en todas las direcciones, no hubieran logrado asumir el liderazgo de sus decisiones. Si…
  • La humildad de sus primeros días no hubiera sido sustituida por la arrogancia que protege al que teme.

El reconocimiento exige una fortaleza personal (valores, principios, propósitos) proporcional al apoyo que lo ejerce.

Desde esta distante y poco trascendente opinión podría afirmar que…

A Diego le ganó la vida, pero no cualquiera... Le ganó la vida de una de las estrellas más importantes de la historia del deporte.

Procurar reconocimiento sin fortalecer las herramientas personales que lo recibirán y lo traducirán en algo que permita mejorar, es un gran riesgo para todo aquel que asuma con coraje, esa compleja tarea.

Finalmente, si en alguna de estas palabras se manifiesta algo que luzca como que están ahí para juzgar la decisiones de este excepcional ser humano, debo poner la mejilla para resaltar y asumir la imperfección de mi objetivo.

«Crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Privado de luz, de agua, de teléfono»

Diego Armando Maradona

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